Higlights. El proceso que llevará a Fidel a acabar adoptando a David en su casa continúa su marcha. Ni que decir tiene que el araña llega a la sede con el estómago vacío, pero es que además tiene que ser el anfitrión, que no quiere cenar, el que se levante al frigorífico a ponerle en la mesa el alimento. Y además le hace entrega del nuevo mando de PS2 que le ha comprado y que, en teoría, deben pagar entre los cuatro. Sin embargo ninguno de los invitados hace amago de echarse la mano al bolsillo, aunque al menos Rubén tiene la excusa de tener la suya dañada, lo que le lleva a recordar (y a quemarse con) el trato recibido por Asisa. El top one y su compañero se las prometen muy felices de inicio, y no tienen problema en el primer encuentro pese a jugar con 10 un buen rato. David parece ya derrotado de antemano y se dedica a amenizar la velada con historias relacionadas con su apellido. Imaginárselo en los baños de química, abriendo la puerta y braceando cuando se queda sin luz en mitad de la faena provoca hilaridad, aunque nada comparado con que estando ahí a lo suyo, llegue otra persona al baño de al lado, genere una guerra toxícológica pensando que está sólo, y justo en ese momento tu móvil delate tu presencia. Estas escatológicas anécdotas no consiguen relajar a un sobreexcitado Fran, que debido a la paliza recibida llevando a los checos acaba arrojando el mando contra un sofá que lo repele hasta el suelo de forma estruendosa. Por fortuna no acaba formando parte de la clasificación del rompemandos, y le permite a su dueño marcar el que sería el único (e inutil) gol de la pareja en toda la noche. Porque ni con la superior Holanda consiguen un tanto que iguale un encuentro marcado por los huecos en la defensa neerlandesa. Fidel y un somnoliento Rubén sufren por primera vez contra España, que aguanta mucho tiempo el empate e incluso dispone de algún mano a mano. Pero Fidel salva la papeleta cerca del final en una polémica jugada en la que los españoles reclaman falta. Contra Portugal consiguen los gabachos marcar de forma más rápida, aunque los topmantianos tienen incluso alguna ocasión a portería vacía que no aprovechan. Es en la final, con un Rubén que ya amenaza con quedarse frito, cuando la descendente curva francesa se toca con la ascendente curva davidfraniana, y se puede hablar de un partido igualado. Tanto es así que los italianos aguantan hasta la prorroga y disponen en el minuto 120 de un dos contra el portero que no aciertan. La tensión provoca que un recién duchado Rubén ya no lo parezca tanto, y que David parezca un novato al no saber que en los penalti(le)s, si no se pulsa el botón el portero se queda siempre quieto. La fortuna parece echar una mano cuando, tras fallar David el cuarto, estrella Rubén en el poste el penalti que le daba la victoria, pero de nuevo el araña no puede evitar que Rubén le pare un balón que, tras tocar en el poste, y recorrer toda la línea, se marcha fuera, lo que hunde las pocas esperanzas de Fran de ser campeón, y le condenan al tercer puesto, mientras que para Fidel, que asciende a la segunda plaza, hacer un pleno de puntos en el último torneo le sirve para quedar empatado a puntos con el único hombre que usa el ascensor en esa comunidad, un Rubén que, además de a sudor, huele a campeón.
jueves, 19 de abril de 2012
Higlights. El proceso que llevará a Fidel a acabar adoptando a David en su casa continúa su marcha. Ni que decir tiene que el araña llega a la sede con el estómago vacío, pero es que además tiene que ser el anfitrión, que no quiere cenar, el que se levante al frigorífico a ponerle en la mesa el alimento. Y además le hace entrega del nuevo mando de PS2 que le ha comprado y que, en teoría, deben pagar entre los cuatro. Sin embargo ninguno de los invitados hace amago de echarse la mano al bolsillo, aunque al menos Rubén tiene la excusa de tener la suya dañada, lo que le lleva a recordar (y a quemarse con) el trato recibido por Asisa. El top one y su compañero se las prometen muy felices de inicio, y no tienen problema en el primer encuentro pese a jugar con 10 un buen rato. David parece ya derrotado de antemano y se dedica a amenizar la velada con historias relacionadas con su apellido. Imaginárselo en los baños de química, abriendo la puerta y braceando cuando se queda sin luz en mitad de la faena provoca hilaridad, aunque nada comparado con que estando ahí a lo suyo, llegue otra persona al baño de al lado, genere una guerra toxícológica pensando que está sólo, y justo en ese momento tu móvil delate tu presencia. Estas escatológicas anécdotas no consiguen relajar a un sobreexcitado Fran, que debido a la paliza recibida llevando a los checos acaba arrojando el mando contra un sofá que lo repele hasta el suelo de forma estruendosa. Por fortuna no acaba formando parte de la clasificación del rompemandos, y le permite a su dueño marcar el que sería el único (e inutil) gol de la pareja en toda la noche. Porque ni con la superior Holanda consiguen un tanto que iguale un encuentro marcado por los huecos en la defensa neerlandesa. Fidel y un somnoliento Rubén sufren por primera vez contra España, que aguanta mucho tiempo el empate e incluso dispone de algún mano a mano. Pero Fidel salva la papeleta cerca del final en una polémica jugada en la que los españoles reclaman falta. Contra Portugal consiguen los gabachos marcar de forma más rápida, aunque los topmantianos tienen incluso alguna ocasión a portería vacía que no aprovechan. Es en la final, con un Rubén que ya amenaza con quedarse frito, cuando la descendente curva francesa se toca con la ascendente curva davidfraniana, y se puede hablar de un partido igualado. Tanto es así que los italianos aguantan hasta la prorroga y disponen en el minuto 120 de un dos contra el portero que no aciertan. La tensión provoca que un recién duchado Rubén ya no lo parezca tanto, y que David parezca un novato al no saber que en los penalti(le)s, si no se pulsa el botón el portero se queda siempre quieto. La fortuna parece echar una mano cuando, tras fallar David el cuarto, estrella Rubén en el poste el penalti que le daba la victoria, pero de nuevo el araña no puede evitar que Rubén le pare un balón que, tras tocar en el poste, y recorrer toda la línea, se marcha fuera, lo que hunde las pocas esperanzas de Fran de ser campeón, y le condenan al tercer puesto, mientras que para Fidel, que asciende a la segunda plaza, hacer un pleno de puntos en el último torneo le sirve para quedar empatado a puntos con el único hombre que usa el ascensor en esa comunidad, un Rubén que, además de a sudor, huele a campeón.
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