RUBÉN
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FIDEL
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DAVID
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FRAN
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domingo, 29 de abril de 2018


Highlights. Desconocer por qué está Fran en Montepinar un domingo por la noche y en modo Míguel, por qué David hunde su crisis en un sofá y quiere irse a casa, o de dónde han salido todas esas hormigas que asolan Montepinar, significa que definitivamente alguien no se ha leído la crónica del Torneo 5 que debe andar un poco más abajo. Ese torneo que, oh sorpresa, dejó sin posibilidades en el campeonato al señor Baños (las posibilidades de Fran se quedaron el verano pasado dándose un baño en la piscina de Alhama y no se volvió a saber de ellas), y que dio paso a una cena que se preveía como un mete-saca de pizzas del horno, ya que en teoría el electrodoméstico rubeniano solo permitía calentarlas de uno en uno, aunque finalmente el aparato da de sí más de lo previsto. Porque aunque la primera sale más quemada que el hombre aquel que lanzaba Red Bulls por Juan Carlos I, en el global el carrusel pizzero se muestra más efectivo (y económico, modo rata On) que llamar al Vaya Tela. Y más rápido, que es justo lo que desea un Fran ansioso por que continúe la acción, lo que lleva a recordar ese otro domingo en que el Míguel, pese a sufrir durante la tarde unos cuantos ataques epilépticos, insistía desde el sofá en seguir jugando ‘hasta que se nos salgan los ojos de las órbitas’ ante una audiencia que encaraba ya la puerta. En este caso la audiencia retoza, por decir algo, en dos sofás con la siguiente actitud: Fidel llevando más allá su habitual ‘este juego es siempre lo mismo’, y ampliándolo con lacónico ‘si es que nosotros también somos los mismos’ que no denota demasiado optimismo por continuar jugando. David se acaba de quedar sin opciones por las que competir mientras reflexiona sobre lo poco que le queda de treintena. Y a Rubén, que no tiene que irse a ningún sitio, parece darle igual todo, y aunque no fuera así su capacidad para sacar la escoba y desalojar cucarachas siempre tendió a cero. Lo paradójico del asunto, teniendo en cuenta que estamos cerca de la medianoche, es que el único de los cuatro que madruga al día siguiente es el descompresor, así que tampoco tiene que insistir demasiado para lograr su objetivo, ¡habrá torneo! Lo único que pide el anfitrión, que no quiere volver a tener temáticas con vecinos en calzoncillos, es no alterar al fontanero que vive al lado, y por tanto rebajar el volumen de esos ¡y modaba! que no se sabe muy bien por qué les ha dado por recuperar esa noche a los ña. Como también se acaban recuperando durante la velada otros clásicos como ese container que nunca volvió a ser el mismo después del paso del otro Baños enfundando en neopreno, o esa señora que agarró el micro para dar un concierto ante Enrich y Luna. El que también recupera algo que se le debía es un Fran que recibe su cuota de Netflix por parte del que va a ser su compañero de juego, Rubén. Situación que lleva a David a plantearse unirse al grupo de ña abonados a las series, y a preguntar por cómo funciona el tema, para finalmente ssss…..no. Permanecerá por tanto abonado al pirateo ese hombre que ahora llevará a Brasil acompañado de Fidel, enfrentándose a una Rusia en la que, atención, según la pronunciación de Carlos Martínez parece que saca como titular a Jesulín, provocando la hilaridad general. En cualquier caso el matador e intérprete de uno de los más recordados Superhits no consigue evitar que los cariocas consigan la victoria en un partido que viendo lo ocurrido en el torneo anterior se anunciaba como el menos importante, pero tras repasar las cuentas resulta que sí que lo es si gana Brasil. Así que la pareja más espinardera tendrá que ponerse las pilas con Camerún si quieren frenar a los verdeamarelos, algo que no es que logren por méritos propios, sino porque Fidel y David demuestran tan poca puntería de cara a puerta que hasta Carlos Martínez se convierte en un ña más que no duda en exclamar un significativo ‘¡se le apagó la luz!’. Dicho apagón es debido, según el unionense, a verse ‘intimidados por los rabos cameruneses’, aunque se manejan otras teorías más tribales como que la causa sea el vudú, o esos incesantes tambores africanos que resuenan los noventa minutos, derivando la conversación hacia aquel edificante episodio en que un jugador africano fue amonestado por decir wowowo al árbitro. Sea por el motivo que sea, lo que sí que parece seguro es que los amigos de Eto’o se van a llevar el partido a no ser que el Rafa Márquez murciano consiga deshacerse de ese mosquito que se está ensañando con él, y que no le permite centrarse en su objetivo de pasar de fase y ser el campeón del torneo dedicado a su admirado Chendo. Aunque teniendo en cuenta todos los puntos de desventaja que lleva, si lo acaba logrando se le harán cerca de las tres de la mañana, un dato que no resulta demasiado motivante de cara al tercer partido ante Suecia. En el otro extremo de motivación se encuentra, sin que nadie sepa por qué, su hermano, que no jugándose absolutamente nada, celebra que los insectos estén pasando de él, y sobre todo que los suecos se vayan a llevar la victoria y a dejar en su habitual puesto de segundón a un Fidel que, con todo el humor del mundo y todo perdido, pulsa el botón de pausa en el minuto 92 para reirse viendo que le va a eliminar alguien llamado Kacaniclick. Un final por todo lo bajo que no empaña el enésimo campeonato para ese Rubén cuya leyenda crece más que esas plantas que se han apoderado del porche, y que si no fuera porque el padre del ña va a podar de vez en cuando, habrían convertido aquello en una selva digna de Rambo en la que echar a andar, a la espera del siguiente campeonato...

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