Highlights. Corría el año 2007 cuando Ginés Carvajal, representante de futbolistas, hizo unas declaraciones por las que desde entonces es recordado. Ese ‘Imaginaros una derrota en Suecia sin Raúl…,jeje’ aparte de provocar gran polémica, provocó que la incorrecta palabra ‘imaginaros’ quedara grabada a fuego en la mente de cualquier ña que se precie. Así que ahora imaginaros que viajamos hacia atrás en el tiempo a un lugar donde cuatro individuos degluten pasteles de carne mientras vuelven más atrás en el tiempo viendo un Real Madrid-Atlético Madrid del año 94/95, casualmente el primer partido de Raúl en el Bernabeu. Sin embargo no es el coleccionista de hijos el tema de conversación, ni siquiera ese comentarista de Real Madrid TV que ni siquiera veinte años después es capaz de reconocer que el penalti pitado al Madrid no es tal. No, los protagonistas son Makelele, Conçeiçao, Diarrá, y en definitiva todos aquellos jugadores madridistas cuya negritud les hacía pasar un doble reconocimiento, el médico y el de un Chendo que da lustre a este campeonato que lleva su nombre. Porque sí, por mucho que David se muestre más preocupado de que el elástico del calzoncillo de su compañero de sofá no pierda firmeza y no acabe desvelándole la raja del culo fideliana que de la pantalla que tiene delante, lo que está en juego es el primer partido de uno de los torneos en honor al totanero. En concreto aquel en el que la pareja manta intentará evitar que Brasil llegue tan lejos como se preve en manos de Rubén y Fidel. Y el primer paso de la pareja frandavidiana es adecuado, un aceptable 0-0 llevando a Rusia en un encuentro bastante equilibrado en cuanto a ocasiones que hace preguntarse a Fidel por qué los muñecos cariocas son tan malos, y también cómo es posible que uno de ellos tenga un nombre tan anglosajón como Fred, algo que se contesta él mismo cayendo en la cuenta de que si Alfredo Silva jugara en la verdeamarelha probablemente tendría ese mismo apodo. Y es él precisamente (Fred, no Alfredo) el que abre la lata camerunesa en el segundo partido con un gol que tiene pinta de que no será el único. El oráculo de La Unión aventura entonces que esa derrota por 1-0 es un buen resultado. Lo raro es que tras encajar el 2-0, el dueño del Sandero continúa insistiendo en que ese marcador también es bueno. Su compañero Fran no entiende nada y menos aún cuando les cae el 3-0 y al araña lo sigue considerando positivo. En tono incrédulo, la concurrencia pregunta a David que entonces el 4-0 debe ser también un resultado válido, y el señor Baños les confirma que sí, lo que poco después lleva a su pareja a estar a punto de levantarse y celebrar junto a sus carcajeantes rivales el que les hayan endosado el cuarto. Afortunadamente para el del marcador electrónico no hay tiempo para más que para que David confiese, una vez finalizado el encuentro, algo que no quería decirle a Fran para que no se dejara llevar (¿?). Y es que el 5-0 también les habría valido, todo ello siempre y cuando ambos ganen el siguiente partido llevando a Suecia. Claro que, al igual que Rubén descubre en ese momento que lleva puestos los mismos vaqueros con los que empezó el año en aquel callejón del que sus calzoncillos nunca regresaron, la pareja frandavidiana descubre pronto que su pretendida misión es imposible. Al top one no le importa que los chuts de Óscar denoten que pierde aceite (al fin y al cabo él reconoce que perdió metano en el susodicho callejón) siempre que estos acaben dentro de la portería, y es justamente eso lo que ocurre. Si el 1-0 ya complica las cosas a los mantas, cuando llega el 2-0 queda claro que aquello es irremontable. A Fran le da entonces por reflexionar en que una vez finalizada la fase de grupos, se da la paradoja de que cuanto mejor (¿?) juegue más probable será que no juegue más (y viceversa), mientras que a su desesperado compañero David le da por buscar, de cara a los octavos de final, a la selección de EEUU dentro del continente Oceania. Una vez que es reconvenido, y que cumple con el doloroso (3-0) trámite de caer, más fácil le resulta al hombre encontrar a Holanda para el partido de cuartos, y sí, ello supone no decir nada sobre el duelo entre equipos americanos, pero qué decir de un encuentro que se hace eterno hasta para la pareja ganadora. El araña está ya fuera de servicio y más recostado que Bertín Osborne en Contacto Con Tacto, y solo le falta descubrir que el portero neerlandés es negro (probablemente aquel del Ajax de infausto recuerdo), para que el desinterés por el juego sea total, calificando la tonalidad del guardameta como ‘negro brillante’, y derivando la conversación hacia cuestiones como cómo de negro era el callejón en el que Rubén buscó oscuridad y soledad y solo encontró lo primero, o de qué color eran los calzoncillos que alegraron la mañana siguiente a un empleado de Limpiezas Cespa. Lo que no es cuestionable es si el torneo va a continuar tras el 4-0. En cuanto a David, ya ha asegurado antes de empezar el anterior encuentro estar exhausto mentalmente, algo que demuestra cuando el jugador controlado por él se queda durmiendo. Por su parte Fidel no sabe si está más saturado de horas de trabajo, kilómetros de carretera, o regates con el pad. Y finalmente Rubén, que venía dispuesto a homenajear al Míguel, acaba descubriendo que el exceso de partidos lo que provoca no es que los ojos salgan de las órbitas, sino que se metan dentro de ellas. Algo normal teniendo en cuenta que es ya la una de la mañana, hora en la que ni siquiera Fran recuerda que ha logrado el único gol de la pareja en todo el torneo. No queda otra por tanto que congelar la velada e invocar a Ginés Carvajal con un ‘imaginaros que han transcurrido 208 días, y lo único que ha cambiado en ese salón han sido las gafas de David...jeje’. Un David que, transcurrido ese tiempo, lógicamente no recuerda nada y (re)descubre con horror su actual situación, con Fran como pareja, teniendo que parar a Brasil, y con los cariocas en semifinales y goleando. Hay sin embargo un halo de esperanza, y es que a Rubén le sangran los ojos al contemplar esos enormes píxeles en la pantalla franciscana, lo que le lleva a confesar que en estos meses ha estado jugando al FIFA (¡herejía!) en la PS4 de su sobrino, un fenómeno que no solo golea a su tío habitualmente, sino que cuando le va mal el partido no duda en desenchufar la consola para evitar la derrota, algo que obviamente, al estar prohibido (¿seguro?) en los estatutos, no hace un espinardense por mucho que la primera mitad de las semifinales no le esté saliendo bien. Porque Brasil no pasa del 0-0 y la pareja manta confía en que el encuentro se mantenga igual de soporifero para aprovechar el factor Ibrahimovic en la segunda mitad. Desgraciadamente para ellos solo se cumple la primera premisa y, aunque el buen juego sigue brillando por su ausencia, el gol que llega es el que da el acceso a Rubén y Fidel a una final tan igualada como las semifinales, y también decidida con un solitario gol brasileiro cerca del final, cuando Fran ya había dejado a los italianos con diez, circunstancia que provoca en David una queja pero con la boca pequeña, ya que en el fondo lo que está deseando es acabar la agonía y cambiar de pareja de cara al resto de una velada que promete...
miércoles, 9 de agosto de 2017
Highlights. Corría el año 2007 cuando Ginés Carvajal, representante de futbolistas, hizo unas declaraciones por las que desde entonces es recordado. Ese ‘Imaginaros una derrota en Suecia sin Raúl…,jeje’ aparte de provocar gran polémica, provocó que la incorrecta palabra ‘imaginaros’ quedara grabada a fuego en la mente de cualquier ña que se precie. Así que ahora imaginaros que viajamos hacia atrás en el tiempo a un lugar donde cuatro individuos degluten pasteles de carne mientras vuelven más atrás en el tiempo viendo un Real Madrid-Atlético Madrid del año 94/95, casualmente el primer partido de Raúl en el Bernabeu. Sin embargo no es el coleccionista de hijos el tema de conversación, ni siquiera ese comentarista de Real Madrid TV que ni siquiera veinte años después es capaz de reconocer que el penalti pitado al Madrid no es tal. No, los protagonistas son Makelele, Conçeiçao, Diarrá, y en definitiva todos aquellos jugadores madridistas cuya negritud les hacía pasar un doble reconocimiento, el médico y el de un Chendo que da lustre a este campeonato que lleva su nombre. Porque sí, por mucho que David se muestre más preocupado de que el elástico del calzoncillo de su compañero de sofá no pierda firmeza y no acabe desvelándole la raja del culo fideliana que de la pantalla que tiene delante, lo que está en juego es el primer partido de uno de los torneos en honor al totanero. En concreto aquel en el que la pareja manta intentará evitar que Brasil llegue tan lejos como se preve en manos de Rubén y Fidel. Y el primer paso de la pareja frandavidiana es adecuado, un aceptable 0-0 llevando a Rusia en un encuentro bastante equilibrado en cuanto a ocasiones que hace preguntarse a Fidel por qué los muñecos cariocas son tan malos, y también cómo es posible que uno de ellos tenga un nombre tan anglosajón como Fred, algo que se contesta él mismo cayendo en la cuenta de que si Alfredo Silva jugara en la verdeamarelha probablemente tendría ese mismo apodo. Y es él precisamente (Fred, no Alfredo) el que abre la lata camerunesa en el segundo partido con un gol que tiene pinta de que no será el único. El oráculo de La Unión aventura entonces que esa derrota por 1-0 es un buen resultado. Lo raro es que tras encajar el 2-0, el dueño del Sandero continúa insistiendo en que ese marcador también es bueno. Su compañero Fran no entiende nada y menos aún cuando les cae el 3-0 y al araña lo sigue considerando positivo. En tono incrédulo, la concurrencia pregunta a David que entonces el 4-0 debe ser también un resultado válido, y el señor Baños les confirma que sí, lo que poco después lleva a su pareja a estar a punto de levantarse y celebrar junto a sus carcajeantes rivales el que les hayan endosado el cuarto. Afortunadamente para el del marcador electrónico no hay tiempo para más que para que David confiese, una vez finalizado el encuentro, algo que no quería decirle a Fran para que no se dejara llevar (¿?). Y es que el 5-0 también les habría valido, todo ello siempre y cuando ambos ganen el siguiente partido llevando a Suecia. Claro que, al igual que Rubén descubre en ese momento que lleva puestos los mismos vaqueros con los que empezó el año en aquel callejón del que sus calzoncillos nunca regresaron, la pareja frandavidiana descubre pronto que su pretendida misión es imposible. Al top one no le importa que los chuts de Óscar denoten que pierde aceite (al fin y al cabo él reconoce que perdió metano en el susodicho callejón) siempre que estos acaben dentro de la portería, y es justamente eso lo que ocurre. Si el 1-0 ya complica las cosas a los mantas, cuando llega el 2-0 queda claro que aquello es irremontable. A Fran le da entonces por reflexionar en que una vez finalizada la fase de grupos, se da la paradoja de que cuanto mejor (¿?) juegue más probable será que no juegue más (y viceversa), mientras que a su desesperado compañero David le da por buscar, de cara a los octavos de final, a la selección de EEUU dentro del continente Oceania. Una vez que es reconvenido, y que cumple con el doloroso (3-0) trámite de caer, más fácil le resulta al hombre encontrar a Holanda para el partido de cuartos, y sí, ello supone no decir nada sobre el duelo entre equipos americanos, pero qué decir de un encuentro que se hace eterno hasta para la pareja ganadora. El araña está ya fuera de servicio y más recostado que Bertín Osborne en Contacto Con Tacto, y solo le falta descubrir que el portero neerlandés es negro (probablemente aquel del Ajax de infausto recuerdo), para que el desinterés por el juego sea total, calificando la tonalidad del guardameta como ‘negro brillante’, y derivando la conversación hacia cuestiones como cómo de negro era el callejón en el que Rubén buscó oscuridad y soledad y solo encontró lo primero, o de qué color eran los calzoncillos que alegraron la mañana siguiente a un empleado de Limpiezas Cespa. Lo que no es cuestionable es si el torneo va a continuar tras el 4-0. En cuanto a David, ya ha asegurado antes de empezar el anterior encuentro estar exhausto mentalmente, algo que demuestra cuando el jugador controlado por él se queda durmiendo. Por su parte Fidel no sabe si está más saturado de horas de trabajo, kilómetros de carretera, o regates con el pad. Y finalmente Rubén, que venía dispuesto a homenajear al Míguel, acaba descubriendo que el exceso de partidos lo que provoca no es que los ojos salgan de las órbitas, sino que se metan dentro de ellas. Algo normal teniendo en cuenta que es ya la una de la mañana, hora en la que ni siquiera Fran recuerda que ha logrado el único gol de la pareja en todo el torneo. No queda otra por tanto que congelar la velada e invocar a Ginés Carvajal con un ‘imaginaros que han transcurrido 208 días, y lo único que ha cambiado en ese salón han sido las gafas de David...jeje’. Un David que, transcurrido ese tiempo, lógicamente no recuerda nada y (re)descubre con horror su actual situación, con Fran como pareja, teniendo que parar a Brasil, y con los cariocas en semifinales y goleando. Hay sin embargo un halo de esperanza, y es que a Rubén le sangran los ojos al contemplar esos enormes píxeles en la pantalla franciscana, lo que le lleva a confesar que en estos meses ha estado jugando al FIFA (¡herejía!) en la PS4 de su sobrino, un fenómeno que no solo golea a su tío habitualmente, sino que cuando le va mal el partido no duda en desenchufar la consola para evitar la derrota, algo que obviamente, al estar prohibido (¿seguro?) en los estatutos, no hace un espinardense por mucho que la primera mitad de las semifinales no le esté saliendo bien. Porque Brasil no pasa del 0-0 y la pareja manta confía en que el encuentro se mantenga igual de soporifero para aprovechar el factor Ibrahimovic en la segunda mitad. Desgraciadamente para ellos solo se cumple la primera premisa y, aunque el buen juego sigue brillando por su ausencia, el gol que llega es el que da el acceso a Rubén y Fidel a una final tan igualada como las semifinales, y también decidida con un solitario gol brasileiro cerca del final, cuando Fran ya había dejado a los italianos con diez, circunstancia que provoca en David una queja pero con la boca pequeña, ya que en el fondo lo que está deseando es acabar la agonía y cambiar de pareja de cara al resto de una velada que promete...
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